Los peces constituyen el grupo más numeroso
de los vertebrados, y pese a que la mayoría de las especies vive en el mar, es
de todos conocido que algunas también lo hacen en agua dulce.
El medio en que se desenvuelven es casi ochocientas
veces más denso que el aire; por lo tanto, la morfología de su cuerpo está
diseñada para soportar la fuerte presión del medio acuático.
Los nadadores más rápidos presentan un cuerpo de
aspecto fusiforme perfectamente hidrodinámico, como el atún, el salmón o el
bacalao. Los nadadores resistentes, en cambio, tienen el cuerpo más alargado,
como es el caso de las anguilas o de los congrios. Otras especies son
prácticamente esféricas, como el pez luna, cuyo cuerpo tiene forma de un grueso
disco, o el pez globo, que al excitarse adopta una forma esférica cubierta de
púas.
Los sentidos
La visión en los peces no
es muy aguda, y si bien sus ojos están adaptados a la percepción del
movimiento, estos no transmiten de manera perfecta la forma de los objetos. Por
lo general, los peces que viven cerca de la superficie son los que muestran
mayor agudeza visual, y es probable que los de la clase Condricties de
esqueleto cartilaginoso, como los tiburones, tan sólo perciban las variaciones
de la intensidad de la luz.
Los peces óseos, en cambio, agrupados en la clase
Osteictíes tienen una visión de los colores bastante buena, pero ninguna
especie posee una visión de las formas y los colores tan nítida como para
diferenciar los señuelos artificiales de las verdaderas presas.
El oído: Algunas
especies poseen un oído interno en conexión con la vejiga natatoria por medio
de una cadena de pequeños huesos especializados. Ellas son las que poseen el
oído más fino.
Al igual que en los demás vertebrados, en los
peces la cavidad interior del oído asegura la percepción de las ondas sonoras,
al mismo tiempo que es la base del sentido del equilibrio.
Ciertas especies también pueden emitir algunos
sonidos como chirridos. En ellos la vejiga natatoria actúa como caja de
resonancia y amplifica los sonidos.
Las manifestaciones sonoras sirven a los peces
como medio de comunicación, en especial durante el período de reproducción.
Además, las utilizan para intimidar y alejar a sus enemigos, así como para
mantener la comunicación con los miembros del cardumen.
Los peces poseen un olfato bastante
desarrollado. A ambos lados de la parte anterior de la cabeza se abren los
orificios nasales, cada uno de los cuales se comunica con una fosa nasal. Con
la ayuda de este sentido, los peces pueden distinguir a sus enemigos y olfatear
el rastro para conseguir su alimento.
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