Ficha Técnica: Centolla (Lithodes santolla); Centollón (Paralomis granulosa)
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¿Dónde se encuentran? Las centollas viven en los mares australes, por el
Océano Pacífico al sur de Chiloé y dando la vuelta por el archipiélago
fueguino hasta el Cabo de Hornos y por el Océano Atlántico hasta Mar del
Plata, donde se internan a
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¿Qué
tamaño tienen?: Los machos de centollas
son mayores que las hembras y alcanzan hasta casi
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¿Cómo son sus cuerpos?: A diferencia
de los cangrejos, las centollas y los centollones tienen las antenas más
largas, el abdomen dilatado y curvado debajo del cuerpo y un par de patas
menos (las guardan plegadas debajo del
caparazón y le resultan útiles para limpiarse las branquias) El caparazón de
centolla llega a medir
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¿Cómo viven?: La centolla y
el centollón son oportunistas, comen todo lo que ofrezca el fondo del mar y
pueden ser carroñeras. Así, en el Golfo San Jorge se alimentan del descarte
de peces que dejan las redes, lo que hace variar su color mientras que en el
Canal de Beagle comen bogavantes, estrellas y demás crocantes. Existen
notables variaciones en el color de las centollas sureñas; la del Canal del
Beagle que se pesca en Ushuaia es considerada el manjar más exótico.
Las centollas y centollones, a diferencia de los cangrejos
pueden caminar en diagonal y de lado.
Su reproducción es ovípara. Cada centolla hembra puede tener
entre 5.000 y 50.000 huevos y los acarrea durante 10 meses sin que tengan con
ella ninguna conexión corporal. En
noviembre de cada año, de cada huevo nace una larva nadadora.
Al poco tiempo de haber nacido ya no puede nadar, sólo camina.
Por eso, las trampas de pesca son grandes conos de red semirrígida donde el
animal se trepa seducido por el aroma de cebos de sardinas muertas y de carne
vacuna o equina. Durante los días que las trampas permanecen caladas, las
centollas y centollones se dan un gran banquete sin saber que será el último.
Cuando los pescadores elevan las redes y vuelcan a las presas en las
cubiertas de los barcos quedan aturdidas por el aire libre. Ambas especies,
particularmente la centolla, tienen gran valor comercial, con poblaciones
numerosas, pero muy susceptible de ser sobreexplotadas. El mercado argentino
suele estar abastecido mediante la pesca artesanal. Las capturas de grandes
barcos se exportan casi totalmente.
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